Os quiero mostrar una imagen de un encargo que he realizado para una cadena de peluquerías. En estos casos, cuando se trata de fotografía publicitaria, a veces se enfrentan los gustos del cliente con las preferencias del fotógrafo o como es en este caso, sólo dos fotografías están destinadas a su exposición en los distintos salones, por lo que, muchas fotografías buenas, se quedan archivadas sin salir a la luz. Guardaría similitud con las caras b y rarezas en el mundo músical. Esas buenas canciones que se dejan en un cajón hasta que alguien las edita…
En esta ocasión, cuando el trabajo para el cliente termina, siempre me reservo un ratito con la modelo para hacer otras fotografías para mi gusto personal, saltándome los patrones establecidos por el cliente. Es como muchas veces digo, «mi minuto de gloria» donde la modelo y el fotógrafo se complementan a la perfección y surgen en muchas ocasiones las mejores fotografías.
En este caso es todo muy sencillo, un pelo espectacular, un collar de cuero, dos flashes, y… ¡¡acción!!